«Las tecnologías imperfectas carecen de sentido mientras que las perfectas exceden su sentido si la perfección y la eficacia se convierten en autoridades que desplazan los espacios deliberativos sobre los valores y los derechos donde se expresa el juicio humano… La sacralización de la tecnología puede convertir en fines lo que no son sino medios y, sobre todo, puede revertir las prioridades y, entre ellas, la construcción histórica de un orden social basado en valores éticos y justos y en criterios de legitimidad democrática. Tecnología, ética y derecho han de reacomodar sus funciones en el contexto de la sociedad digital».

«La revolución tecnológica no se ha visto acompañada de una revolución jurídica, como tampoco de una revolución ética. Los valores éticos y los sistemas jurídicos no pueden —ni tampoco deben— evolucionar al mismo ritmo que la tecnología porque son constructos sociales, intersubjetivos y personales que responden a dinámicas de funcionamiento necesariamente distintas, más sosegadas y reflexivas. El derecho es un instrumento de ordenación de la vida en sociedad cuya efectividad para el cumplimiento de ese objetivo depende de su capacidad para adaptarse a los cambios y a las necesidades de la realidad que está llamado a regular»

«La ética ha de marcar su impronta dentro de la revolución digital mientras que el derecho debe adaptarse a esta diferente realidad, pero no con la velocidad, ni necesariamente con el mismo alcance y la intensidad, de la revolución tecnológica. Ni la revolución digital puede prescindir o realizarse al margen del derecho, ni el derecho puede ignorar la revolución digital. La sociedad funciona mediante la tecnología y se organiza y regula a través del derecho».

«La Tecnología y el Derecho son componentes imprescindibles de la sociedad, que no puede entenderse ni funcionar sin la una o sin el otro. Aunque son mundos genética, estructural y funcionalmente diferentes, la interacción entre ambos es obligada y crece a medida que el avance científico y tecnológico se convierte en el protagonista principal de la vida social que el Derecho está llamado a organizar. En términos muy simples, el Derecho es un instrumento de ordenación de la vida social y la sociedad, que ya no es sólo física sino también virtual, funciona a través de la Tecnología como nunca antes había acontecido en la historia de la humanidad».